En síntesis, la idea de Guillermo Gortázar Echeverría en este libro es que Franco no es el autor de su testamento político, sino que el autor fue Javier Carvajal Ferrer. Vayamos por partes, porque la cuestión es peregrina.
Guillermo Gortázar Echeverría es un personaje muy cambiante. En su juventud, cuando ser comunista era algo serio e intrínsecamente revolucionario – eufemismo político para justificar la violencia- fue miembro del Partido Comunista. Estamos hablando de los años 70, época en la que ser rojo no era una moda juvenil, sino la decisión personal de apoyar a la Unión Soviética, a la China de Mao y/o a los países del Este, en los que las libertades brillaban por su ausencia y la opresión política por su presencia, en perpetuo camino hacia el paraíso socialista por medio, eso sí, de la dictadura del proletariado.
Luego se arrepintió de sus veleidades revolucionarias y opresoras y se pasó al liberalismo visceral, después de una conversión doctrinal en los Estados Unidos que estuvo engrasada por una beca Fulbright. Vete tú a saber qué servicios inteligentes le acabaron catapultando al Comité Ejecutivo del Partido Popular (1990) y a la condición de Diputado del PP, un partido «de firmes convicciones ideológicas».
Ha escrito libros variopintos, de diversa índole, como «Alfonso XIII, hombre de negocios», (1986), «El fuerismo liberal vasco. Manuel María de Gortázar y Munibe, 1824-1896 (2019)» y «Romanones: La transición fallida a la democracia» (2021). Y ahora se atreve con la referida tesis en este libro.
Es muy buena la historia que Gortázar hace de cómo Suárez, el lacayo de Herrero Tejedor, llegó a Ministro Secretario General del Movimiento, para crear primero la UDPE («Unión del Pueblo Español», asociación política dentro del Movimiento), y luego UCD, cuando fue designado Presidente del Gobierno por Juan Carlos I. Todo el mundo sale descarnadamente retratado.
Y ahí es donde aparece Javier Carvajal Ferrer. Carvajal era el Catedrático de la asignatura de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, y entonces como ahora estaba considerado un genio de la arquitectura. Su etapa política es desconocida, incluso para Wikipedia. Javier Carvajal fue uno de los primeros miembros y directivos de UDPE, junto don Adolfo Suárez, Carlos PInilla, Fernando Ibarra, Francisco Escrivá de Romaní y Alberto Ballarín Marcial. Carvajal era el Vicepresidente de UDPE. Entró en política de la mano de José Mario Armero. Cuando ésta se disolvió, la mayoría de sus miembros se pasaron a UCD con Adolfo Suárez, pero Carvajal, que ya lo había conocido de cerca, se pasó a AP, en cuyas listas se presentó a Senador por Madrid en 1977. No fue elegido y dejó para siempre la actividad política.
Les ahorro los numerosos detalles del libro sobre Carvajal y vamos por lo derecho a lo que nos trae aquí, que no son las veleidades políticas de un Catedrático de Arquitectura, sino el origen del testamento político de Franco:
«La versión oficial, consagrada hasta hoy por la historia, es que Franco escribió el texto a mano y su hija lo pasó a máquina de escribir. El camino fue el contrario: la marquesa de Villaverde prresentó a su padre un texto a máquina y Franco lo copió a mano» GORTÁZAR, página 73.
Para decir esto Gortázar se apoya en testimonios directos:
«Las novedosas fuentes básicas de este libro lo constituyen los testimonios grabados y coincidentes de los últimos cuatro testigos presenciales que han certificado la veracidad de este nuevo relato: Blanca García-Valdecasas (1936- ), viuda de Javier Carvajal Ferrer, José Guillermo García-Valdecasas (1940-2020), Eduardo Ameijide (1946- ) y Miguel Ángel Cifuentes Arbeix (1942- )». GORTÁZAR, página 26.
Afirma que la Marquesa de Villaverde y Duquesa de Franco miente:
«La ocultación de la autoría de la carta atribuida a Franco fue obra de su hija, la marquesa de Villaverde, Carmen Franco, después Duquesa de Franco. Una ocultación expresa y participada por el mismo Franco que copió a mano un texto escrito a máquina, lo entregó a su hija y sirvió para certificar la «indudable» autoría de su padre. Franco contribuyó a construir un relato y a guardar un secreto durante cincuenta años que ahora desvela este libro» GORTÁZAR, página 73.
Según GORTÁZAR (página 33) el día 12.10.1975 Carvajal no podía dormir y -según testimonia su esposa, Blanca García-Valdecasas- se levantó, fue a su Estudio, que estaba junto a su vivienda, en Madrid, calle Goya n.º 7, agarró la Olivetti -una máquina de escribir muy al uso en la época- escribió el texto del testamento político de Franco. lo comentó con su mujer, hicieron algunas correcciones, y se volvió a dormir. Días después, en la sede de UDPE (Basílica, n.º 19) lo comentó con Miguel Ángel Cifuentes y con su cuñado José Guillermo García-Valdecasas. Les pareció bien.
Después de las razonables dudas, al Vicepresidente de UDPE no se le ocurrió otra cosas que telefonear a Adolfo Suárez, Presidente de UDPE, a las 2 de la mañana, para leerle el texto. No le gustó. Pero ante el fracaso no tiró el papel en un cajón, sino que se lo hizo llegar al Almirante Pedro Nieto Antúnez, íntimo de Franco. Nadie sabe qué hizo Nieto con el papel. Lo que sí sabemos es que Javier Carvajal, su esposa Blanca y su cuñado José Guillermo se reunieron con Eduardo Ameijide, colaborador íntimo de Suárez, para que le entregara a Suárez el papel que antes le había leído. Y Suárez, de nuevo, no quiso saber nada. Pero tampoco se negó, por lo que Ameijide siguió sus gestiones y consiguió -o eso dice- hacerle llegar el texto a la Marquesa de Villaverde:
«Fui yo [Ameijide] quien hizo llegar el documento al Pardo. En la UDPE estqaba un antiguo Director General de Abastos de los tiempos de ministro Girón de Velasco en el gobierno que se llamaba Andrés Rodríugez-Villa Gil y era muy amigo de Girón. Le expliqué el tema y su importancia, le entregué el texto y le pedí se lo hiciera llegar a [José] Antonio Girón de Velasco que sí tenía acceso a la familia de Franco y a Fuertes de Villavicencio, Jefe de la Casa Civil del Generalísimo. Girón se lo entregó a Fuertes y éste directamente a Carmen Franco. Esto que te cuento va a misa. Ese fue el procedimiento que no conoce nadie salvo yo». GORTÁZAR, página 87.
A partir de ahí, lo que se supone es que Franco tomó ese texto, lo escribió de su propia mano -porque el autógrafo se conserva entero y el propio libro lo reproduce con las correcciones- y pasó a la historia. El texto del testamento es este:
«Españoles:
Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.
Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido.
No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria.
Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte,
“¡Arriba España! ¡Viva España!”.»
Al final, todo da igual. ¿Qué mas da de dónde salió el texto? ¿Qué más da si lo escribió Franco sobre ponencia o sobre papel en blanco? Lo único importante de cualquier testamento es algo muy sencillo: su autor. Si lo preparó un notario, un amigo, un abogado o un ángel bajado del cielo, lo único que importa es quién lo asume como tal y por tanto lo firma. Creo que, como texto, es imperecedero, llamando a la concordia de todos los españoles en el momento de su muerte después de haber preservado la paz durante 36 años (1939 – 1975 = 36). Si Carvajal, además de hacer bellísimos edificios, redactó este texto, nada importa. Lo que importa es lo que dice y quién lo firmó.
Imagen del testamento político ológrafo de Franco
Lectura del testamento político de Franco por Carlos Arias Navarro el 20.11.1975:
Si quieren, pueden ver videos en youtube sobre la misma cuestión en los que el protagonista es Gortázar:
