Mikel Ayestarán es el corresponsal de Vocento (y por tanto de ABC) para oriente medio. También lo es para y EiTB (la radio y televisión de la comunidad autónoma del País Vasco, Euskal irrati Tele Bista). Un autónomo del periodismo. Lo que en la jerga ellos llaman «free-lance».
Vive en Jerusalén desde 2015 y conoce la región como nadie. Se ha ocupado de informar sobre ella desde hace mucho tiempo. Es un gran periodista, como acreditan sus crónicas y los numerosos premios que ha recibido. Es además humilde, porque atribuye el mérito de su libro a los protagonistas de sus trabajos. Pero él también es protagonista.
Este libro son unas memorias de episodios. La crónica, creo yo, de lo que, por la extensión o por la intensidad del asunto, no pudo publicar en los periódicos. Están hechas con el corazón, no sólo con la cabeza. Ofrecen claves muy importantes sobre la evolución y la situación del oriente medio. De la vida de quienes allí están y de las causas de por qué siguen allí. De quienes habitan en las cenizas del califato. Son trazos sueltos de periodismo pero que vale la pena leer porque sus valoraciones, muy expertas, no se encuentran con facilidad en ninguna otra parte. Estamos ante una crónica existencial de lo que ha pasado en oriente medio desde “el nacimiento de la bestia” (capítulo 1) en 2014. Pero sobre todo abarca 2016 a 2018. Ofrece información directa sobre los grupos radicales y sus hábitos. Restos de entrevistas, probablemente mejores que lo publicado en los periódicos. Relatos de vida ajena -y propia- sin duda mejores que cualquier noticia de agencia. Pero que lleva más tiempo leer. Vale la pena. Hay en el libro, muy sentido, penas enquistadas. Reflexiones profundas que llegan al alma. Los ojos del periodista transmiten muy bien la realidad.
Echo de menos más fotos, pero estoy seguro de que el autor ha llegado a lo máximo que le ha permitido el editor en orden a mantener un precio razonable. La foto de la portada lo dice todo. Pero hay que llegar casi al final del libro para entenderla. Dos niños felices en medio de la destrucción total de todo lo que tienen ellos y sus familias. Toda una lección para los niños tristes de occidente.
Una importante reflexión del libro, aunque tácita, es la ceguera de los políticos occidentales. Lo que pasa o deja de pasar en oriente medio, que afecta a tantas familias, se decide en despachos lejanos y sobre todo carentes de toda información sobre el terreno, que están en América del norte, Rusia o algún lugar de Europa. Los occidentales no nos damos cuenta de los perjuicios que hemos causado a tantas vidas ajenas, a tanta falta de solidaridad. Lo pagaremos. Es un mal moral que Dios no dejará de castigar.
Recomiendo la compra y lectura del libro. Resulta difícil juzgar sobre oriente medio sin tener conocimiento directo de lo que piensan y dicen los periodistas que con visión objetiva están allí todos los días.