Harford no defrauda. Van ya varios títulos de éxito. El Economista Camuflado (2007), La lógica oculta de la vida (2008), Pregúntale al economista camuflado (2009), Adáptate (2011), El economista camuflado ataca de nuevo (2014). Estamos ante un brillante redactor del Financial Times que demuestra a cada paso que saber mucho y exponerlo brillantemente de modo asequible para todos no está reñido. Más aún, que hace ver la única realidad: si no se entiende, no es científico. Lo simple es científico, lo inintelegible no.
Es este un libro sobre cómo 50 innovaciones −no 50 inventos− han cambiado la vida en sociedad. En realidad, es un libro sobre 50 diferentes innovaciones en productividad. Lo que asombra a Harford es la productividad. Pero él no lo sabe.
Trata muchas ideas y todas ellas están muy bien expuestas. Unos capítulos son más brillantes que otros, pero eso pasa en todos los libros. Sólo que aquí se nota más porque el libro empieza 50 veces, una por innovación. Por eso es muy fácil de leer a trozos, o sin perder el hilo, porque no hay más hilo que la innovación. Cada capítulo puede leerse de modo separado.
El libro tiene muchas notas. Están agrupadas todas al final. No sobran. Cualquiera hubiera prescindido de ellas. Pero no hay que olvidar que si Harford es divulgador, también es profesor universitario, y no se olvida de que lo que se dice hay que justificarlo, y de que los lectores pueden querer saber más sobre lo que el libro dice. A mí mismo alguna cita me ha servido para acudir a la fuente y comprar varios libros sobre innovaciones resumidas en el libro de las que quiero saber más.
Harford sin duda ha elaborado el libro a base de sus propias lecturas. Es un lector insaciable, que trabaja la literatura de divulgación científica antigua y moderna a la perfección. Ha leído, según es claro, multitud de libros sobre inventos e innovaciones, y este que ahora gloso no es sino un resumen comentado de las ideas que han bullido en su cerebro a base de lecturas continuadas.
Lo que más me gusta de Harford no es lo que dice −que desde luego me gusta− sino su modo de razonar. No sé si él es consciente, pero tiene una mente brillante en la que lo más seductor es el modo de componer el juicio. Se aprende mucho a pensar siguiendo el estilo de Harford.
El libro termina de modo brillante, como las sinfonías con sorpresa. Cuando has leído la conclusión y esperas ya haber terminado la lectura, llega la última innovación, tal vez la más importante: la bombilla. Es realmente brillante la sorpresa sobre el lector. No cuesta nada seguir leyendo. Como todo el libro, se lee muy bien. El único problema es que, como los 50 capítulos son tan distintos, se acaba interrumpiendo mucho. Pero no porque esté mal escrito, sino porque está diseñado así.
La traducción, de Alfonso Barguñó Viana, es francamente buena, excepto en el capítulo 46. “Toilet” no es “lavabo”. Es “retrete”. Pero la traducción sistemáticamente es “lavabo”. Con lo que no se entiende nada. Un váter es un váter. Un retrete. No un lavabo. Son cosas muy distintas.
La edición es mediocre. El libro vale 18.90 euros y para esa edición no es barato. Aunque la verdad es que así son todos los libros ahora.
Ha sido para mí una gozosa lectura y recomiendo el libro. Leyéndolo se aprende mucho sobre muy diversas cosas, se disfruta con la redacción, se educa la mente, se aprende a valorar cosas que no valoramos y sobre todo se entra en un ámbito intelectual selecto del que hay que procurar no salir. Enhorabuena.