No hace mucho que D. Fernando Calvo González-Regueral, nieto del Comandante de Estado Mayor de la 1ª División de Madrid don Carlos Calvo Molleda, ha publicado una monografía sobre la guerra civil en la ciudad universitaria. El libro es, aunque parezca mentira, lo único monográfico que hay sobre la materia. Muchas cosas se pueden decir sobre él, pero lo que les recomiendo es que lo compren y lo lean. Me ha gustado mucho. Lo he leído muy despacio. Hace retratos muy visuales y realistas de muchas escenas de la zona nacional. Está extraordinariamente documentado. Las fotografías de época están muy bien escogidas y algunas son inéditas. Los planos que acompañan al lector a cada paso son muy ilustrativos. Cómo no, me han emocionado especialmente las escenas de heroísmo que continuamente relata. Mi juicio sobre el libro es que resulta extraordinario y de obligada lectura para quien quiera pasear por el sudoeste de Madrid comprendiendo que la tierra que pisa fue regada con sangre de mártires. Y de 4.179 héroes que murieron sujetando a 40.000 hombres y poniendo a toda una ciudad de 1 millón de habitantes a la defensiva, suministrándose sólo por un pontón sobre el manzanares batido por fuego enemigo.
Una frase: «Al entrar en la parte más deshecha del Clínico les llamó la atención las inscripciones. Una decía (…) «vale más una rata del Clínico que cien emboscados de la retaguardia (Séneca)», anécdota que nos encanta, pues demuestra algo muy común en las posiciones, no sólo en las de la Universitaria sino en las de toda la guerra: se respetaba más al enemigo de enfrente que al caradura de la retaguardia».
Sólo puedo hacerle una crítica al autor, y es que, con supuesto ánimo conciliador, ceda a la corrección política y denomine ejército «gubernamental» al ejército rojo. Es incorrecto. El ejército rojo no defendía a ningún gobierno legítimo porque la republica (i) perdió la legitimidad consintiendo en toda España y especialmente en Madrid magnicidios y asesinatos en masa nunca investigados para hacer la revolución socialista en vez de cumplir la constitución; (ii) carecía de Tribunales (sólo los tenía «populares», las «Checas») y éstos eran precisamente los que ordenaban la muerte; (iii) el poder legislativo se obtuvo con fraude electoral comprobado por la propia República en suficientes circunscripciones como para considerar ilegítimo el resultado, y (iv) el «gobierno» formado por esas Cortes se entregó consciente y voluntariamente a potencias extranjeras desde 1934 (revolución de Asturias). El nombre que le corresponde a ese ejército es el que él se dio a sí mismo: «rojo». Nadie se lo ha puesto: se lo pusieron ellos solos.