Me resulta muy difícil hacer una valoración objetiva del libro de Francisco Garcia Paramés «Invirtiendo a largo plazo. Mi experiencia como inversor». Porque es de esos libros que me han gustado muchísimo, y cuando un libro gusta mucho luego es difícil ser objetivo a la hora de la valoración.
Se trata de un libro complejo, porque la sencillez de los planteamientos del autor hacen muy difícil elaborar una valoración que pueda dar cuenta del enorme número de cuestiones que surgen de este libro.
En primer lugar es un libro escrito desde un punto de vista existencial. Toda la primera parte, que el autor califica como «la historia», es en realidad «su historia», un conjunto de recuerdos que constituyen las memorias de un inversor, y en cierto sentido las memorias de la vida profesional de Francisco García Paramés.
Esta primera parte, entrañable, da razón de muchas cuestiones que luego van a ser claves en la parte teórica del libro. El autor se refiere a sus orígenes familiares y personales, explicando sus vivencias con mucho sentimiento y en primera persona, y al mismo tiempo haciendo gala, ya desde las primeras páginas, de su mentalidad fuertemente analítica, que no excluye el análisis de su propia persona y de su propia personalidad. Su trayectora profesional es realmente interesante para comprender qué pasó en la Bolsa durante el ciclo inversor que va desde 1991 hasta 2014, porque al hilo de sus vivencias aparece una explicación pormenorizada de los avatares de la bolsa española de valores, y al final también de la internacional.
Y lo que es más importante, al hilo de los recuerdos personales el autor va introduciendo sus opiniones sobre cómo hay que invertir, opiniones que tienen un gran interés para todo aquel que quiera acercarse a los mercados de valores con ánimo de ganar dinero, y no con ánimo de apostar. El autor no separa de su vida personal los consejos a otros inversores, convirtiéndolos en consejos sobre lo vivido de enorme interés.
El autor pasa luego a una explicación sintética de las exposiciones teóricas de la Escuela Austriaca de Economía, que constituyen el aparato teórico que necesita cualquier inversor que quiera comprender las razones últimas de lo que está haciendo. Esta parte es más aburrida pero no por ello prescindible.
También considero muy importante la valoración que hace de los diferentes estilos de gestión, activa y pasiva, y de cuáles son las estrategias que considera más acertadas para batir los índices. En algunos casos las explicaciones que da podrían parecer incluso cínicas, pero son tan reales como la vida misma, y se trata de apreciaciones adveradas por datos empíricos que acreditan la fortaleza de sus opiniones. Garcia Paramés se demuestra un teórico no académico, uno de esos hombres raros que son genios, capaces de enseñar con sencillez, pero que no se han dedicado a la enseñanza, porque no buscan la brillantez, sino la correcta ejecución de lo que he subido al profesional.
Desde luego, y no me cabe duda de que es la intención última del autor, el libro constituye un fantástico manual sobre qué es lo que hay que hacer a la hora de invertir en bolsa.
Creo que estamos ante un libro imprescindible para aquellos que quieran saber de verdad cómo tienen que sufrir antes de ganar dinero en la bolsa.
Dicho todo esto añadiré que lo que más me ha gustado del libro, con mucha diferencia sobre todo lo demás, ha sido la actitud mental del autor respecto de la necesidad de ser lector habitual para ser buen inversor. La bibliografía citada al final demuestra que estamos ante un lector compulsivo, que además no se detiene a leer lo que todo el mundo ha leído o lo que la masa está empeñada en valorar como bueno, sino que él mismo hace su propia valoración de las lecturas y la ofrece, haciendo notar dónde está la sabiduría y dónde está la basura. Una persona que cita como bibliografía particularmente interesante las cartas anuales de Warren Buffett a sus accionistas y las memorias anuales de Berkshire Hathaway así como las memorias anuales de BMW no puede ser sino un genio.
Es claro que recomiendo la lectura del libro.
Por cierto, el problema que plantea en la página 316 está mal resuelto. La solución correcta no es 0,5 sino 0,05. O sea cinco céntimos, no cincuenta céntimos. Me lo ha resuelto correctamente mi hijo Diego. Yo no terminaba de ver que el error estaba en el libro.